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Acerca del deseo

La capacidad cognitiva como pensamiento controla el deseo y el intelecto; además, gobierna el principio vital a través de las actividades de estos dos. Esta capacidad cognitiva del ser humano constituye pues el principio unificador de su experiencia y la interfaz entre los aspectos pulsionales y la comunicación con el entorno proporcionada por los sentidos. Los aspectos pulsionales son los que tienen que ver con el concepto de pulsión, que en psicología significa impulso o tendencia instintiva. Así el pensamiento consciente controla las actividades de todos los procesos vitales directamente a través de la operación del Poder de Vida manifestado en todas las formas de los diferentes niveles de materialidad.


El funcionamiento de la mente como resultado de la sugestión sembrada por las ideas-pensamiento en la vasta red de la memoria genera la reflexión en el aspecto de la consciencia vigílica, a través de lo cual, podemos acceder a la visión de la esencia característica de la realidad.


Este proceso cíclico de continuo cambio nos siembra la imagen de impermanencia y de transformación que, inducido en la estructura corporal, va generando la renovación de los tejidos vitales corporales.





Lo que deseamos es nuestra interpretación personal de lo que sentimos fluir hacia afuera y hacia adentro procedente de una visión interior. Un deseo puede tener una forma distorsionada, como consecuencia del hábito, crecimiento, formas erróneas de educación, medio ambiente físico y social desfavorable que pueden hacer que los deseos puedan tomar formas imperfectas.


Si reconocemos la existencia como consecuencia del deseo y éste como resultado del impulso volitivo unificado, abandonaremos la falsedad de que es una naturaleza personal la generadora de la existencia misma.


Lo que debemos notar es que es la fuerza de vida es la que, concentrada en las diferentes entidades personales, completa la evolución como consecuencia de la especialización de esas entidades personales en entes con la capacidad de expresar inteligencias especializadas.




Así es como podremos purificar nuestra visión impura del deseo. A través de un análisis intelectual cuidadoso en donde vemos que todas las cosas surgen de una manera condicionada convirtiéndose a su vez en condiciones de un proceso continuo.


Cuando se encuentre deseando algo, no importa lo que sea, incluso si la opinión popular o la teología popular condenan el deseo mismo como algo malo… ¡Analícelo!


Hágalo hasta que tenga ante sus ojos de su mente el motivo esencial.

¿Cuál es el impulso que se encuentra tras él?



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